Dicen que solo conocemos un 5% de lo que habita en nuestros océanos. Esto quiere decir que aún nos queda un asombroso 95% por explorar y descubrir, de un volumen total de agua de 1332 millones de km cúbicos. Pero ¿cómo es posible que conozcamos más sobre la superficie de la luna que sobre lo que tenemos en nuestro propio planeta? Realmente acceder a todos los puntos del océano es una tarea ardua y sobre todo, cara. Apenas se está comenzando a conocer una pequeña fracción gracias a la utilización de ROVs (vehículos robóticos no tripulados) y otras máquinas, pero es un campo aún por desarrollar.

¿Dónde viven los peces abisales?

Se puede decir que hay dos océanos: el primero es el superficial, el que representa menos volumen de agua (solo llega hasta los 200 metros de profundidad) que es hasta donde alcanza la luz solar. Ésta es la llamada zona fótica. En ella se concentra casi la totalidad de la biomasa marina (cantidad de materia acumulada por todas las especies marinas), ya que es donde la luz hace posible la fotosíntesis y por tanto el establecimiento de cadenas tróficas completas. El segundo océano es uno remoto, oscuro y de difícil acceso. Ocupa el resto del volumen de agua, y abarca profundidades desde los 200 hasta los 11034 metros (profundidad del llamado abismo Challenger, en la Fosa de las Marianas, frente a las costas de Filipinas, China y Japón). Esta es la zona afótica (sin presencia de luz solar). La dificultad de su exploración reside en las altísimas presiones y las bajas temperaturas. Bajar al abismo Challenger, con sus 11034 metros de profundidad, supone soportar una presión de unas 1086 atmósferas, que es más de mil veces la presión al nivel del mar. El director canadiense James Cameron (Titanic, Avatar, Abyss) fue el primero en descender en solitario al abismo de Challenger en 2012. 

Divisiones oceánicas. La fotosíntesis se limita a la zona epipelágica.

Imagen: http://alternativo.mx/2016/05/buscan-patentar-sistema-estudiar-capas-profundas-del-oceano/

Los peces abisales son los habitantes de las profundidades

Sabiendo esto es difícil pensar que pueda haber animales habitando semejantes lugares. Sin embargo, los hay. Los peces abisales son capaces de soportar condiciones inimaginables de presión y temperatura. Éstos suponen un porcentaje de biomasa marina muy pequeño, ya que se encuentran “desconectados” de las cadenas tróficas autosuficientes basadas en la fotosíntesis. En comparación con los 5 kg de organismos por metro cuadrado de media en superficie, en zonas abisales la densidad no supera el gramo por metro cuadrado. El alimento proviene o de la depredación directa entre la fauna abisal (muy poco abundante) o de animales muertos que se hunden desde las capas superiores del océano y no son consumidos en su descenso: como los cadáveres de ballena (auténticos oasis de vida en los desiertos abisales, que pueden proporcionar alimento para la fauna abisal en los siguientes ¡¡4000 años!!). Las adaptaciones generales de los peces abisales para un medio como éste son enormes bocas en comparación con el resto del cuerpo. Y cuerpos achaparrados, aparentemente atrofiados y nada hidrodinámicos, preparados para nataciones lentas y discontinuas, ya que deben ahorrar toda la energía posible hasta la siguiente comida. Estos peces abisales pueden incluir también bioluminiscencia (de hecho, es producida por el 90% de los animales de las profundidades) para la depredación, la defensa o la comunicación y búsqueda de pareja, además de ojos increíblemente sensibles para captar sus leves destellos (como el pez telescopio o Winteria telescopa), mientras que otros son ciegos y emplean apéndices sensibles u otros mecanismos para desenvolverse en la oscuridad más densa. Algunos ejemplos, 7 peces abisales increíbles:

1. Pejesapo espinoso (Caulophryne jordani)

Peces abisales: Pejesapo espinoso (Caulophryne jordani). Imagen: Weird creatures in abyssal zone.

Es uno de los peces abisales más curiosos del Atlántico Norte, Pacífico e Índico. Nunca migra a superficie, como otras especies, sino que permanece invariablemente entre los 700 y los 3000 metros de profundidad. Aunque por su aspecto monstruoso pueda ser protagonista de las peores películas de terror, su tamaño no supera los 25 cm. Las adaptaciones típicas que presenta son la boca grande, que le permite capturar presas de mayor tamaño y aprovechar así el poco alimento con el que se topa, un cuerpo achaparrado y un metabolismo lento. Los filamentos que le recubren son órganos altamente sensibles, capaces de detectar la mínima vibración a su alrededor. La de la foto es claramente una hembra, porque los machos son muchísimo más pequeños y rara vez se dejan capturar o fotografiar.

2. Diablo negro (Melanocetus johnsoni)

Este pez abisal habita profundidades de unos 4000 metros. Tiene igualmente un cuerpo poco hidrodinámico y la piel flácida, con una capacidad asombrosa de permanecer quietos entre dos aguas (otros peces se hundirían si dejaran de nadar). Esto evita que los detecten posibles depredadores. Poseen un órgano bioluminoso en el extremo de un apéndice sobre la cabeza, que emplean para atraer presas a sus fauces. Tienen un tamaño máximo de 20 cm.

Peces abisales: Diablo negro (Melanocetus johnsoni). Imagen: Fishes of Australia, de Edith Widder.

Las hembras son mucho mayores que los machos. De hecho, todas las ejemplares capturadas tenían uno o varios machos acoplados en los costados o incluso entre los ojos. Parasitan normalmente a la hembra a cambio de esperma, fusionando sus tejidos con los de la hembra y degenerándose hasta quedar totalmente fundidos con ellas.

3. Pez víbora (Chauliodus sloani)

Estos peces abisales habitan profundidades de hasta 4400 metros, y alcanzan un tamaño de 25 cm. Lo más destacable de esta especie es la adaptación de unos enormes dientes que no le caben en la boca y deben llevar fuera, a la altura de los ojos. Es difícil que una presa escape a esta dentadura y ahí reside la ventaja de su adaptación. Sin embargo, un fallo de cálculo en el tamaño de la presa puede provocar su muerte: ensartar un animal demasiado grande implica que no pueda ni zafarse de ella ni engullirla.

Peces abisales: Pez víbora (Chauliodus sloani). Imagen: mundoabisal.

4. Pez dragón (Stomias boa)

El Pez dragón no solo tiene unos dientes de tamaño considerable en proporción al resto de su cuerpo, sino que además posee una capacidad de abrir las mandíbulas comparable al de las serpientes. Esto le permite tragarse presas de gran tamaño. Cuando el alimento es tan escaso, desaprovechar ciertas presas por ser demasiado grandes podría suponer la muerte de los individuos. Por ello las grandes mandíbulas y los dientes como sables son necesarios para la supervivencia. Estos peces abisales alcanzan un tamaño de 32 cm y habitan profundidades de hasta 1500 metros.

Peces abisales: Pez dragón (Stomias boa). Imagen: Pez Dragón.

5. Yelmo de nariz cuadrada (Scopelogadus beanii)

Peces abisales: Yelmo de nariz cuadrada (Scopelogadus beanii). Imagen: Oceana.

El curioso nombre de estos peces abisales se debe a la placa ósea que les cubre la cabeza, similar a los yelmos con los que los caballeros de la Edad Media protegían su testa. Tienen un tamaño de 12 cm y se encuentran en abismos de 4000 metros. Sus fosas nasales son de mayor tamaño que sus ojos, lo que parece indicar una predominancia del sentido del olfato en comparación con el de la vista para desenvolverse en las negras profundidades.

6. Gran engullidor (Saccopharynx sp.)

Peces abisales: Gran engullidor (Saccopharynx sp.) Imagen: Fauna de las profundidades marinas.

Este es uno de los peces abisales más grandes. Puede alcanzar los 2 metros de longitud, aunque no tendrás un encontronazo con él ya que vive entre los 2000 y los 3000 metros de profundidad. Posee unos ojos grandes y una cola afilada que ofrece muy poca resistencia al agua, por lo que puede ser un cazador más eficaz que los otros peces descritos. Sus mandíbulas tienen un tamaño desproporcionado, que les permiten engullir a las presas de una sola pieza.

7. Cerato abisal blanco (Haplophryne mollis)

Peces abisales: Cerato abisal blanco (Haplophryne mollis). Imagen: Zoea.

Como los otros ceratos, el dimorfismo sexual de estos peces abisales es muy pronunciado (esto quiere decir que hay clara diferencia física entre machos y hembras). Los machos son en este caso de 15 a 30 veces menores que la hembra, y mucho más numerosos. De ahí que su objetivo vital sea encontrar una hembra y parasitarla, convirtiéndose en meras bolsas de esperma que fertilizan a la hembra y perpetúan la especie. En la imagen se pueden observar al menos dos pequeños machos adosados al vientre de la hembra. El apéndice de la cabeza es un órgano bioluminiscente para atraer presas.

¿Te ha llamado la atención? ¿Cuál es tu pez abisal favorito? 7 especies son una minúscula fracción de todos los increíbles animales que se pueden encontrar en las profundidades y las llanuras abisales. Nadie sabe qué otras curiosas especies y adaptaciones se conocerán en el futuro. Si quieres leer más sobre peces abisales, puedes visitar el articulo sobre el Premio Internacional al Mejor libro de Fotografía Submarina, que está dedicado precisamente al libro CRIATURAS ABISALES, una publicación estupenda si te gusta el mundo de las profundidades. Parte de la información de este articulo sobre peces abisales, esta extraida del libro de Claire Nouvian¡Nosotros estaremos atentos a nuevos descubrimientos!

Dinos un par de peces abisales más que conozcas y no aparezcan aquí. Escríbelos en comentarios 😉

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